5 de junio de 2013

LA VERGÜENZA DE UN OPOSITOR

Las palabras Dignidad, honor, ética y vergüenza se usan a menudo pero pocas veces nos toca enfrentarnos a ellas en un entorno que se hace muy dependiente de las palabras y actitudes de quienes por su relevancia ya no poseen una vida y actitud individual como los comunes, sino una actitud, unas ideas y su integra vida que obedecen a un colectivo, donde con mucho cuidado se debe seguir siendo el mismo que se hizo acreedor de tan alto mérito pero a la vez crecer en la capacidad de saberse colectivo, de renunciar al mismo pensamiento y hacerse así mismo el primer discípulo y seguidor, se construye a un líder con características únicas y cuya personalidad a veces escapa al mismo individuo que le representa y éste debe obedecer a su nuevo tamaño que va más allá del simple hombre, de un simple humano pues los humanos erramos y sabiamente corregimos pero la imagen de un líder es la sumatoria de toda una trayectoria, donde se manifiestan actitudes que le hacen superior y le suponen un margen menor de errores por su alto sentido de responsabilidad hacia lo que implica hasta el solo intentar pensar distinto, siendo de vital importancia no llegar a anteponer sus criterios circunstanciales por encima de los criterios que le dieron nacimiento a esa imagen, a ese líder, de no romper con las reglas que se establece porque lo harían poco honorable, de saber elegir bien entre lo conveniente y bueno para no perder la moral, de saberse comprometido con su nueva jerarquía asumiendo lo que le corresponde por lo que esperan de él para hacerlo con ética y de no faltar a ninguna de las anteriores para que quienes le seguimos y él mismo, no lleguemos a sentir que disminuimos en valor y en consecuencia sentir vergüenza sino sentir la dignidad en su máxima expresión.
 
      Se ha construido un liderazgo fuerte, en base a valores que vienen siendo pisoteados a lo largo de estos largos años de mal gobierno y de un supuesto sistema a favor de los pobres que pareciera multiplicarlos y convertirles en incapacitados, se crece en medio de situaciones ajenas al mismo liderazgo como lo es la muerte del creador de tan lamentable realidad y ante la pésima gerencia de quien hereda la responsabilidad, que no sabría distinguir entre la clara y decidida voluntad de destruir la patria o su destrucción por ignorancia y torpeza en el intento de salvarla, se crece en el respaldo de un pueblo ante un fraude demostrado luego de un civismo que mostró lo importante de votar y participar, se crece en una actitud que evita la masacre que parecía estar planificada para mantener el poder a costillas de culpar a la oposición de la ingobernabilidad y se crece con la actitud de mostrar al mundo el seguir todos los canales regulares para la denuncia interna y con ello demostrar su dependencia e ilegalidad constitucional de las mismas, se demuestra la trampa y la ilegitimidad del actual gobierno, nuestros representantes en distintos escenarios se manifiestan y dan muestras de valor y coraje para estar hoy donde estamos.

      Ahora bien, si todo lo anterior es cierto y hoy tenemos la dignidad, la moral, la ética, la valentía y hemos mantenido el honor ante tan válido, preciso, enfocado y verdadero reclamo frente a un robo, no de votos sino de la máxima magistratura de un pueblo y con ello su futuro por unos entes corruptos, desmoralizados, deshonestos, parcializados y en consecuencia ilegales, cuyo mayor mérito fue demostrar la manipulación descarada de un sistema superauditado que comprueba su vulnerabilidad y el porque no es empleado en tantos países que no le temen a los avances tecnológicos, qué sentido tiene poner en riesgo a un liderazgo y un reclamo tan justo y significativo para todos los venezolanos, los de aquí y los de allá, cómo no entender la trascendencia de nuestros actos cuando la América toda se fija en este territorio porque le interesa, porque le repercute, como explicarle al mundo que ese liderazgo hoy parece quebrarse pues rompe reglas de honor sobre las que se construyó, su violación su cambio puede significar mucho en quienes entendemos un acto electoral más allá del deber y la obligación de hacerlo, donde comprendemos que es un derecho, una expresión voluntaria y es sagrado. En Venezuela se está bajo un gobierno que nadie comparte, del que todos advierten que destruye y regala nuestro futuro y donde la mayoría aguarda la pronto solución, jamás pensamos a largo plazo pues nos urge la salida inmediata de esta crisis pero en medio de ella surge una descarada convocatoria a elecciones la cual en particular no me extraña en este país de descarados y descaros, lo que si me asombra es ver como en casi toda la dirigencia opositora se oye la convocatoria a votar, participar y como dicen ellos a no dejar chance al gobierno porque arrasarán y obtendrán la mayoría de los cargos y me parece buena idea pero hasta ahí.

       A todo esto, me digo y lo escribo: que vergüenza; mi cara se calienta y enrojece recordando a una rectora responsable del fraude anterior dando un cronograma electoral, cuando esta no debió hacerlo pues su periodo como rectora está vencido, además anuncia una fecha aclarando que nada tiene que ver con el difunto pero tal como el 14A, este 8D si tienen que ver con él; la primera por su resurrección de abril luego de renunciar el 11A y la segunda por ser el 8D la fecha aniversario de la última aparición de Chavez donde invita a votar por Maduro, de igual forma no oí nada sobre el proceso anterior, no se dijo nada sobre la implementación de otro sistema, sobre la posibilidad de auditar huellas y libros, por lo que entiendo que todo va por peor camino que las anteriores al iniciarse en su propio anuncio con varias irregularidades, sumo a ello lo que ocurre con la venta de Globovisión, posiblemente Televen y la cadena Capriles, que de ser cierto cierran las únicas ventanas publicitarias de la oposición lo que anuncia ya el ventajismo publicitario. Esto es una muestra pero son muchos los aspectos que me hacen pensar que no debemos aceptar un nuevo proceso electoral tras un poder limitado por la magistratura más alta como lo es la presidencia y que es a la que preocupa al gobierno y es a la que debemos apuntar.

       No comparto la idea de que nos ofrezcan unas elecciones de ese nivel cuando todos oímos a nuestros dirigentes hablar de nuevas elecciones pero presidenciales, de que el pueblo se alegró por que se llegó a la impugnación y con sobradas razones para rechazar revisiones o auditorias exigiendo en su lugar nuevas elecciones presidenciales, cosa que aclararía las dudas interna y externamente sobre la legitimidad. Ahora bien de aceptar ir al proceso con las mismas maquinas, los mismos militares cuidando votos, el mismo CNE, el ilegitimo a bordo, los muertos, sin medios libres le podremos decir al mundo que estamos descontentos con el sistema electoral y sus mecanismos, le podremos decir al mundo que no reconozcan a Nicolas Maduro como presidente si aquí nuestros líderes y todo el que participe está reconociendo al CNE, quien es el responsable de toda la trampa y de legalizar al ilegitimo. Creo que la palabra vergüenza se ajusta cuando se rompe con esa línea que nos mantenía firmes en una actitud de protesta donde la dignidad, la verdad, el honor, la moral y la ética nos imponían el orgullo de luchar más allá de la vida, cosa que ahora con esta inclinación de quienes ante lo indigno, lo deshonesto, inmoral y el descaro nos impone la vergüenza y el deseo de no participar en esa especie de renuncia, las ideas se cruzan y confunden al que no esté firme entre entender el valor del voto y el mal uso del voto, donde no todos los que siguieron al líder estamos dispuestos a perder los valores que nos colocaron aquí, no seré cómplice del deshonor, de la pérdida de moral, de la falta de ética pues mi conciencia y mis principios me mantienen aunque no se con cuantos firme en mis convicciones y acciones. Solo me queda decir que siento mucha vergüenza.

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