El
mundo tecnológico ha alcanzado a todos los aspectos de la humanidad incluyendo
sus relaciones como individuo y como conglomerado social, su influencia ha
cambiado sustancialmente la rutina comunicacional y ha fracturado las verdaderas
relaciones afectivas al sustituirlas por relaciones virtuales, que existen
mientras tengas cupos de navegación disponibles o dispongas de los equipos
necesarios para su existencia, que dudosamente estarán en los momentos de
dificultades que en oportunidades nos toca vivir y superar, no con esos amigos
que te dicen a cada rato en la red o por el pin “te quiero”, “te amo”, “te
extraño”, que te escriben textos hermosos sobre el amor la amistad y de como
darán la vida por ti, pero si con aquellos que pueden tocar tu hombro, que
pueden abrazarte, que aun sin celular o PC te pueden decir mirando a tu cara
“cuenta conmigo y toma”, con esos que a lo mejor nunca quisiste sacar en una
foto junto a ti por no estar a la moda, por estar ancianos o por no tener un
pin.
Las
redes se convierten en el vicio o adicción que nos negamos a reconocer, tal
como el borracho adicto, que dice no tener vicio pero se enferma al no beber
alcohol, quien está acostumbrado a permanecer largos periodos conectado, sea
desde un dispositivo móvil o un PC, sabe que la ausencia de conexión le produce
un vacío enorme y que supera otras necesidades más esenciales, ocurre con
frecuencia que se aparta el dinero del saldo en internet o la empresa
telefónica por encima de la misma necesidad de alimentación o vestirse.
Sufrir
estas características, son claras señales de estar frente a una posible adición
a la red y sus placeres, que si, nos es imposible controlar y disminuir su uso
de manera voluntaria debemos despertar y acudir por ayuda antes de que sea
irreversible el daño. Las consecuencias de una actitud adicta frente a las
redes y su uso exagerado, pueden ser nocivas en el ámbito familiar completo,
con las relaciones entre padres e hijos y hasta con las relaciones de pareja,
el ejercicio de la comunicación ocurre ahora con mayor frecuencia y mayor
ansiedad entre quienes están distantes y de quienes poca referencia se tiene,
disminuyendo proporcionalmente entre los más cercanos y que si están muy
relacionados por vínculos reales, ocurre que hasta estando sentados en un mismo
sitio y de frente a quien espera una respuesta por algo que te comentó,
prefieres escribir y decir cualquier cosa a alguien que está lejos y que a lo
mejor ni pendiente está de lo que escribes, ocurre que mientras a esa viejita,
a ese viejito que te dio la vida, a ese hij@ que trajiste al mundo y que pocas
veces le demuestras tu amor en un gesto, un abrazo, un te quiero o un te amo
por estar concentrad@ en escribir tantas cosas en la red, debe observar
celosamente como te mueres y desesperas porque cualquiera te diga lo que por tu
boca no sale pero que tus dedos si escriben.
Las
redes tienen muchas cosas positivas pero nuestro mal y exagerado uso, le
convierten en una verdadera amenaza para nuestra vida social sana, que a nivel
de grupo, de masas es una gran herramienta, que a nivel personal nos
proporciona conocimientos y un poder adicional a nuestras capacidades pues te
facilita hablar y expresar a un individuo o al mundo en tiempo real lo que
piensas o sientes, creo que si le usamos moderadamente y ubicamos a nuestros
seres queridos muy, pero muy por encima de todo lo que en la red encontremos,
podremos decir Gracias a Dios existen las redes sociales.
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