28 de mayo de 2013

REPÚBLICA DE VENEZUELA VS REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA.


Difícilmente se puede comparar el pasado con el presente sin caer en errores y mas cuando hablamos de personas, pueblos o sociedades. Hablar del pasado en muchos conlleva a la melancolía y hasta se habla de mejores tiempos pero en la práctica todos esperamos a  que nuestros pueblos puedan avanzar al mismo ritmo en que avancen las ciencias y la tecnología.
Existen diversas razones para que los pueblos tengan retrasos y hasta regresiones inimaginables que hacen a sus pobladores miserables, suceden cosas difíciles de manejar y hasta imposibles de controlar pero que inevitablemente hunden a un colectivo como un solo cuerpo sólido donde nadie escapa.
Los venezolanos y otros tantos países vemos con color de envidia y sabor a tristeza, como en otras latitudes los pueblos crecen y se nos hacen ficción al llenarnos de maravillas que casi nos impide abrir los ojos y mirar detenidamente nuestra realidad desgastada, abandonada y con una herida enorme por donde se desangran la libertad, los derechos fundamentales, la democracia y la misma vida.  Ante tal panorama es lógico mantener esa mirada con los párpados cerrados para cruzar esta verdad con aquel recuerdo que nos permite tapar los huecos y las señales de deterioro de toda la estructura vial y arquitectónica de nuestras ciudades, nos permite oír las frases más absurdas que pudimos imaginar en un ensayo de locura pero convertirlas en las frases que no aniquilen ese color verde de la vida que se llama esperanza.
Cuando se cierran los ojos, es evidente que no se quiere ver a la actual República Bolivariana de Venezuela, la que hoy se llama así porque gran parte de los venezolanos no querían ver a la República de Venezuela, esa que era un país lleno de miseria, corrupción, inseguridad y todos esos males que ya conocemos los de la cuarta y los de la quinta República, logrando con ello distraer la conciencia y como borrachos se anda caminando y pisando en una calle que  se recuerda asfaltada mientras unos huecos les tragan y les hacen perder el equilibrio, siguiendo en el camino y pensando en no hacerse daño, escuchan caer la vida como en las películas que no les gusta ver, peor que en los países en guerra  practicando para la paz, llegando al hogar es necesario apretar aún más los párpados y aumentar esa dosis de imaginación para llenar la nevera y ligar a que el servicio eléctrico les permita conservar todo hasta el otro día,  ya fatigados es inevitable abrir bien los ojos y darse cuenta de que Venezuela no está en la imaginación, que ella existe así le cambien el nombre, que no murió cuando le bautizaron nuevamente y que mientras se estaba distraído solo se permitía que los bandidos le violaran y escondieran tras ese nuevo nombre, que la República de Venezuela con todos sus males y defectos era el paraíso, que lo único malo eran sus gobiernos y se tenía al alcance una estructura que hoy no existe llamada Estado de Derecho, que hasta a un presidente se podía enjuiciar, que como empleado a un patrón podía demandar, que si el pobre no compraba por lo menos el rico si, que si el rico tenía más que todos  no era malo pues el generaba empleos y sabía hacerlo, que si acta mataba voto igual ganó un golpista porque el pueblo le eligió, que teníamos el petróleo muy barato pero alcanzaba para todo y para ser ejemplo en el mundo empresarial.
Creo que de continuar el párrafo anterior la lectura seria infinita pero seguro estoy, de que en sus mentes pasan gran cantidad de ejemplos que allí faltan y que concluyen la ilustración de una República Bolivariana de Venezuela que solo supera en sus males a la República de Venezuela.
Para terminar de convencernos de que la República de Venezuela es nuestro país, había que vivir todo esto, para entender que el gigante, comandante, chiquitico y pajarito no fue más que una pesadilla para los demócratas del mundo y los venezolanos, que su único legado es su propio cáncer convertido en presidente y  que rápidamente carcome como a sus vísceras a toda la dignidad del que le sigue sus pasos,  llevándose con ello la buena imagen del venezolano y de nuestra querida República de Venezuela. Nuestras mejores cifras son aquellas que ningún país desea tener y que la República de Venezuela jamás tuvo, que hoy las metas a largo plazo no alcanzan las cifras pésimas de mi República de Venezuela.
Creo que la lección está aprendida y que hoy más que nunca los venezolanos sabemos quienes somos, que queremos,  que ya no volveremos a cerrar los ojos,  que Venezuela está alerta y que nuestro único padre de la libertad de esta patria es Simón Bolívar.


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