7 de mayo de 2013

PRESIDENTE, DIME CON QUIÉN ANDAS.



 En teoría, el presidente, es la figura que representa a la máxima magistratura de un país, el individuo que simboliza el progreso y bienestar de un pueblo. Son muchos los elegidos, son muchos los estilos y son pocos los que realmente hacen honor a tan alto cargo, a tan alta jerarquía. En los últimos años, en nuestra América nos hemos llenado de presidentes que no son los más letrados, los más inteligentes, los más ilustres y los más honorables de sus naciones. 
Con vergüenza vemos el orgullo disimulado de muchos mandatarios, que lejos de ser presidentes son todo lo contrario, pues no representan en lo más mínimo al gentilicio y valor de los pueblos que los nombran, representan su miseria y su fracaso, simbolizan los antivalores no solo de sus sociedades sino de la misma humanidad. Como visiones de Don Quijote, surge muy ajustada la frase de “dime con quién andas y te diré quien eres”, hoy vemos como a los representantes de gran cantidad de pueblos, pareciera importarles poco el cómo llegaron sus colegas al poder, su prestigio y su calidad como individuos generadores de confianza y bienestar colectivo; existen muchos indicadores y sobre todo la historia, no esa que cuentan los medios de comunicación de sus naciones, sino la que ha estado más acorde al parecer del mundo y las distintas culturas con las que hacen relaciones en una trayectoria previa que se supone a tan alta responsabilidad del cargo asumido. Vemos con asombro como son tratados de manera especial y hasta con protocolos de semidioses, vemos con asombro la facilidad para confundirse en un mismo grupo personas de tan distante calidad, capacidad y honestidad que descienden a un mismo nivel por asomar la complicidad en ese simple hecho. Las cooperaciones, tratados y ayudas deben existir entre los pueblos del mundo pero lo inaceptable es la cooperación, tratados y ayudas a los mal llamados gobiernos que sumergen a sus naciones en la miseria y sin vergüenza disfrutan públicamente, por no decir descaradamente las limosnas que requieren por sus ineficiencias y poco entendimiento de su verdadero rol en una sociedad. 
El día que evaluemos y tratemos a un presidente por su jerarquía alcanzada en el respaldo a sus instituciones, el crecimiento del bienestar colectivo y su nivel de respeto en el entorno local, regional y mundial, sencillamente se habrá alcanzado el respeto de los pueblos, si entendemos que los valores humanos en un individuo, que tiene como tarea principal trabajar por los demás hasta el punto de no pertenecerle ni la vida, entenderemos que ese trato de reyes no es nada a cambio, pero mientras vemos que el trato de reyes es a cambio de nada y que lo primero es el beneficio personal, sencillamente tendremos y entenderemos que tenemos presidentes ilegítimos, caras duras y sin vergüenzas. La idea no es hacer juicios y desestimar la voluntad de los pueblos por las diferencias de criterios personales o ideologías, se trata de cumplir con las normas básicas de convivencia humana tales como la dignidad, el respeto y la sujeción a los estatutos que por años se han logrado establecer para evitar los males que hoy el mundo vive; no es posible que en esta época de avances tecnológicos te encuentres sociedades que solo muestran al mundo lo que sus gobiernos quieren que veamos, olvidando que la libertad y la comunicación son derechos universales del humano y toda sociedad, deberíamos usar esa misma herramienta para decir: “muéstrame la realidad de tu pueblo en la red y te diré quien eres”, “deja que todo tu pueblo hable al mundo en la red y te diré quien eres”, recordando esa frase muy popular que supongo es de Cervantes.

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