A la felicidad, la considero un producto muy personal pero que irremediablemente es capaz de afectar el entorno inmediato de quien la siente, viene a jugar un papel determinante en las posibilidades de cambiar a la sociedad y el mundo entero de manera positiva.
Por otro lado viene a representar la esencia de innumerables organizaciones humanas con intereses holísticos y divinos que contrastan con aquellas que solo buscan un beneficio material a cambio de la misma destrucción de la humanidad.
Creo firmemente que la felicidad es completa cuando nuestras almas, conciencias, mente, raciocinio y hasta nuestro cuerpo forman un solo ente coordinado, armonioso y libre de contradicciones, creo en igual proporción en la intención superior de un fin o razón de ser de la humanidad distinto al que se pregona en muchas oportunidades de hacerle connotar como diabólica y satánica, creo en la intervención de un verdadero poder supremo sin contradecir lo expuesto anteriormente porque aunque nos parezca increíble el tener virtudes de pequeños dioses, o poder sobre el mundo material e incluso el dominio del universo, jamás pretendería decir que tenemos el poder de Dios, pues lo sustento en el hecho de que solo podemos alcanzar lo que el quiere que alcancemos o lleguemos hasta donde el requiere que lleguemos para su propósito.
No creo en el fin de la humanidad en su totalidad, creo en el fin de la humanidad tal como la conocemos y su transformación en una nueva. El conocer y saber el destino personal y general de la humanidad también proporciona felicidad, mal pudiéramos pensar en ser felices creyendo en un final triste o contrario a lo que Dios quiso para cada uno de nosotros y su creación.
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