27 de abril de 2013

VENEZUELA, LA FUERZA DE LA RAZÓN.


En Venezuela, se viven momentos difíciles, de contradicciones pero a la vez de muchas esperanzas, los venezolanos se ven de frente, argumentando algunos con lo que les cuentan y otros por lo que razonan, inevitablemente todos mirando hacia atrás; el opositor por aquella Venezuela de antes de Chavez que les abre el futuro muy parecido a lo que ya dejamos y el Chavista por esa Venezuela donde mandaba o gobernaba Chavez, pero definitivamente en su mayoría en contra de lo que hoy no es el gobierno que todos quieren, donde todos saben, que no es mejor que lo dejado, ni mejor que lo esperado.
                El gobierno venezolano, acusado por la oposición de ilegítimo, en una serie de actuaciones contrarias a las exigencias naturales de una sociedad despierta, llena de necesidades y potencialidades, pareciera estar propiciando el caos o la ingobernabilidad para justificar los fracasos que obligatoriamente deben ocurrir a causa de la mala gestión y la mala interpretación del fenómeno político actual.
En el pasado inmediato, era claro el mandato de un individuo y la existencia de un estado de derecho, donde indirectamente se le burlaba muy disimuladamente para mantener esa sensación de un estado fundamentado en la constitución; antes de Chavez y con Chavez todos sabíamos que mandaba el que fuese presidente, hoy no está claro quién manda y menos quien gobierna. Los venezolanos, ya desconocen si el gobierno es nacional o es extranjero, son muchos los rumores y son muchas las reflexiones sobre la conducta de quienes toman las decisiones, que en oportunidades nos dejan con la boca abierta por lo insólitas e inesperadas de las mismas.
Para gobernar, un individuo debe tener la capacidad de mandar y ese mandato tiene la finalidad de ejecutar las políticas a seguir por todos, fundamentado siempre en la constitución y todas las leyes que de ella se derivan, por otro lado el mandato no debe improvisarse, debe tener un fundamento administrativo derivado de la planificación, pensada en la realidad del país, el estado y la nación. El actual mandatario, no logra mostrar su capacidad para gobernar y menos en medio de tantas mentiras demostradas en su plena difusión, está claro que su legitimidad no existe y eso crea un vacío en su aceptación por quienes deben obedecerle, los árbitros, guardianes y los jueces que según la constitución no deberían actuar como lo hacen, estimulan la rabia y sentimientos de impotencia entre quienes vienen haciendo las cosas según las exigencias de esos mismos organismos, se alimenta con mucha energía la posibilidad de que estalle un pueblo que ve, oye, siente y vive cada situación de forma muy distinta a lo que se pretende hacer creer en el discurso de los que están tratando de manipularles y que precisamente son los dueños del poder que les reprime sus ideas y sus acciones, bajo el amparo de las armas, de las ideas de quien murió y en una Venezuela que en nada se parece a la de hace tres meses.
Somos una fuerza gigantesca, que en la historia ha sabido dejar constancia de ello y con la paciencia que nos caracteriza aguardamos como dice el viejo dicho, del personaje aquel de por estas calles Eudomar Santos: “como vaya viniendo vamos viendo”, tenemos esa gran energía que otorga la razón, está al borde de esa rabia contenida por la sabiduría y alimentada por los abusos y violaciones a la espera de una señal que nos diga “adelante a luchar milicianos a la voz de la revolución” frase del himno de acción democrática que bien puede ser usada por los que aspiramos a una mejor Venezuela y los que por una revolución cayeron en donde estamos. 

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